viernes, 12 de septiembre de 2014

LA PREHISTORIA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

La evolución del ser humano es el término que viene a identificar los cambios y transformaciones, biológicos y culturales, sufridos por el ser humano desde su separación de los primates hace 6 millones de años hasta hoy.
Hace seis millones de años se produce una fractura en África Oriental, la falla de Rift que convierte el paisaje selvático, de África oriental, en un paisaje de sabana, donde abundan las hierbas de hasta 2 metros de altura. Los primates, arborícolas se ven desplazados de su entorno y tienen que bajar al suelo. Su primera adaptación consiste en modificar los pies y la pelvis para evolucionar al bipedismo. Su alimentación se basa en la recolección y sobre todo en el carroñeo, probablemente el último de los carroñeros alimentándose de tuétano en el mejor de los casos. El aporte de proteínas cárnicas y la necesidad de supervivencia (es el órgano que más potencial tiene para ser desarrollado en el ser humano) favoreció el desarrollo del cerebro, con éste se desarrolla una cultura más avanzada que facilita la supervivencia y hace que el ser humano ascienda en la escala trófica y pase a ser depredador (probablemente de pequeños herbívoros), lo cual favorece, a su vez, el desarrollo del cerebro.
Hace 2’5 millones de años aparece el primer Homo, el Homo Hábilis. Se identifica como tal, por tener la capacidad de transformar cualquier elemento del medio natural, preferentemente hueso, madera o piedra y convertirlo mediante un trabajo elaborado en herramientas de uso duraderas. Hace 1’5 millones de años podemos hablar de una nueva especie con mayor capacidad craneal, el Erectus, que se extendería por Eurasia y que en Europa, concretamente en España, evolucionaría hasta una nueva especie, el Homo Antecessor (hallado en el yacimiento de la Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca, Burgos), que data del 780.000 a. C. (aunque se ha encontrado un diente de la misma especie que está datada hace 1.200.000 a. C.)
I.- Paleolítico: (780.000 a. C.- 8.000 a. C.); este periodo se divide en tres etapas claramente diferenciadas:
  • Paleolítico Inferior: (780.000 a. C.-100.000 a. C); el protagonista es el Homo Antecesor. Hallado en la Gran Dolina en Atapuerca, en 1994. Son cazadores-depredadores, agrupados en pequeños clanes, con asentamientos temporales siempre cerca de los ríos y lugares de caza. Pudieron haber practicado el canibalismo. En 1998 en el yacimiento de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, se han encontrado 32 individuos de 400.000 años de antigüedad correspondientes a la especie Homo Heidelbergensis, evolución del Antecesor y que poblaría Europa hasta la aparición del Neandertal.
  • Paleolítico Medio: (100.000 a. C.-35.000 a. C.). Este periodo coincide con la aparición y desarrollo del Homo Sapiens Neandertal (De gran corpulencia, adaptados al frío clima) y con el apogeo de la última glaciación Würm. (Gunz, Mindel, Riss, Würm). Encontramos numerosas evidencias de este antepasado en la Península Ibérica, pero caben destacar dos cráneos completos en Gibraltar. Se trata de cazadores que habitan grupos pequeños, viven en cuevas, usan pieles y tienen una industria lítica muy desarrollada. Tienen un desarrollo craneal parecido al hombre actual y practican enterramientos funerarios como el de Cueva Morín.
  • Paleolítico Superior: (35.000 a. C.-8.000 a. C.). En este periodo destaca el Homo Sapiens Sapiens. Su cultura era muy evolucionada, vivían en cabañas o cuevas, practican la caza, recolección, pesca y marisqueo. Industria lítica muy refinada con herramientas de lascas de piedras, hueso y madera, donde abunda la especialización, variedad y complejidad de fabricación. Se practica el enterramiento con rito y encontramos los primeros elementos artísticos. El arte rupestre (en paredes) donde se representan animales aislados y policromáticos. Algunos autores destacan su finalidad mágico-ritual; otros señalan su finalidad didáctica en una sociedad que vive de la caza y aprovecha cada centímetro de la pieza cazada, los jóvenes no solo deben familiarizarse con el animal si no con sus partes, de ahí su realismo. También encontramos arte mobiliar en herramientas en lanzaderas, bastones o las Venus (fetiches sexuales y reproductivos) como la Willendorf.
II.- Mesolítico: Se desarrolla desde el 8.000 a. C hasta el 6.000 a. C. y tiene como principal característica un cambio climático con temperaturas más suaves. Los grupos humanos de este periodo se destacan por la fabricación de herramientas con microlitos incrustados, que revelan una gran especialización.
III.- Neolítico: (6.000 a. C.-800 a. C.) El neolítico es una revolución que va a cambiar para siempre el patrón evolutivo del ser humano. Hasta este periodo el ser humano era capaz de modificar su medio para elaborar herramientas y así alimentarse y construir poblados o asentamientos temporales. A partir de este momento el ser humano modifica el medio natural, tala, rotura tierras, domestica animales y manipula el medio natural con el fin de asegurar la supervivencia. Este hecho va a cambiar las relaciones sociales, humanas y culturales de una manera irreversible. Las causas de la aparición de este fenómeno hay que achacarlas a una serie de características que se dieron en la zona de origen del Neolítico, el próximo Oriente asiático, en África del Norte, en la península Indostaní, en el extremo oriente asiático, en América central... En todos los casos se desarrolla alrededor de un río, que fertiliza las tierras; la presión demográfica es elevada;  la caza mayor disminuye a favor de animales más pequeños; el medio natural se ve modificado por el cambio climático que supone la entrada en el Holoceno; se desarrollan sobre la base de plantas gramíneas que crecen de manera silvestre en esa zona, maíz, trigo, arroz, cebada, avena, mijo… Las consecuencias son: la sedentarización de los grupos humanos; la división social del trabajo; la aparición de las clases sociales, principalmente, agricultores, ganaderos, guerreros, sacerdotes, artesanos; la aparición de los primeros estados (ciudades-estado); la aparición de guerras por el control de los recursos y del medio geográfico, con la consiguiente aparición de los esclavos de guerra; los sistemas de represión, control y manipulación social… La difusión del Neolítico se produce desde Europa Oriental hacia Europa Occidental, llegando a la Península Ibérica en torno al 6.000 a. C. Asociado a la aparición de la revolución Neolítica encontramos la invención de la cerámica y de los primeros hornos de cocción del barro, antecedentes claros de la posterior tecnología metalista. El Neolítico peninsular se divide en dos fases en función de las culturas predominantes; la primera desde el VI Milenio a. C. hasta el IV Milenio a. C., donde se desarrolla la Cultura de la cerámica cardial, asentada principalmente en el valle del Ebro, Levante y sur peninsular, donde destaca sobre la agricultura una economía prominentemente ganadera. La segunda fase, se desarrolla desde el IV Mileno a. C. hasta la entrada de la tecnología calcolítica en el II Milenio a. C., es la cultura de los sepulcros de fosa, caracterizados por enterramientos individuales con ajuar cubiertos con grandes losas, donde predomina la economía agraria. Por último, cabe destacar en esta época el desarrollo de un arte rupestre monocromático, principalmente negro, con figuras esquemáticas, escenas de caza con figuras humanas y en cuevas y abrigos rocosos.