domingo, 25 de septiembre de 2011

EVOLUCIÓN GEOLÓGICA Y GEOMORFOLÓGICA DEL TERRITORIO ESPAÑOL

Para realizar el estudio de la evolución geomorfológico de la Península Ibérica es necesario detallar las cinco fases que intervienen en el proceso:

ERA ARCAICA (PRECÁMBRICO)
En esta época, hace 580 millones de años, se hallaban emergidas zonas del Macizo Gallego y de la Meseta, formando una ancha dorsal (o lomo) de dirección NO-SE (Macizo Galaico-Duriense o Hespérico), a la que se adosarán luego los territorios elevados en el primario o paleozoico. El resto del actual relieve estaba cubierto por el Mar de Tetis.
ERA PRIMARIA (PALEOZOICO)
Comienza la era con la erosión de esa dorsal precámbrica y la sedimentación de los materiales arrancados en depósitos de miles de metros de espesor colocados en las profundidades laterales del Mar de Tetis. Pero casi a finales del Paleozoico (durante el periodo Carbonífero, 340 millones de años) la Orogénesis Herciniana levantó todo el bloque del viejo macizo, a la vez que surgen y se adosan nuevos territorios a ambos lados del macizo precámbrico (Parte más occidental de la Cordillera Cantábrica, región Asturleonesa). En esta orogénesis afloran rocas formadas por enfriamiento del magma en el interior de la corteza (granito) y se metamorfizan los materiales preexistentes al verse sometidos a más calor y mayores presiones (las arcillas se transforman en pizarras y las areniscas en cuarcitas). Separados por fosas marinas se elevan y forman por el NE los macizos del Ebro, Aquitania y el Catalano-Balear. Por el Sur el macizo Bético-Rifeño. Granitos, pizarras, cuarcitas y algunas calizas son las rocas predominantes en estos macizos paleozoicos. Rocas antiguas y rígidas que ante empujes tectónicos posteriores (Orogénesis Alpina) darán lugar en todos los casos a relieves de estructura fallada o relieves germánicos).
ERA SECUNDARIA (MESOZOICO)
Los macizos paleozoicos van siendo progresivamente erosionados, depositándose los materiales en los bordes de los fondos oceánicos. En el caso del principal macizo, el Hespérico o Ibérico, en su borde oriental se producen regresiones y transgresiones marinas (que inundan o dejan emergido el borde cambiando la línea de costa) depositan sedimentos marinos que van a cubrir el zócalo meseteño de materiales como arcillas y calizas. En las fosas marinas más profundas que rodean el zócalo meseteño se depositan calizas y arcillas hasta en varios miles de metros de espesor, concretamente en las fosas bética y pirenaica. Estos materiales serán elevados posteriormente en la siguiente Orogénesis, la Alpina, dando lugar a los característicos relieves arrasados o kársticos (también llamados jurásicos).
ERA TERCIARIA (CENOZOICO)
A mediados de la era terciaria (Oligoceno y Mioceno, entre 36 y 26 millones de años) se produce la Orogénesis Alpina al aproximarse las placas (movimientos tectónicos) euroasiática y africana, haciendo de presa de contención de fuerzas la microplaca ibérica. Los materiales sedimentados en las fosas marinas prealpinas desde el mesozoico se elevan en estructuras plegadas, originando los Prepirineos y los Sistemas Béticos (Sistema Penibético y Subbético que se hundirá en el mar en el Cabo de la Nao by emergerá como un mismo arco de plegamiento las islas de Ibiza y Mallorca, mientras que Menorca pertenece al arco de Plegamiento de la Cordillera Costero-Catalana). Lo mismo ocurre con los materiales depositados en el secundario en fondos marinos menos profundos y más próximos a la Meseta y que darán lugar a la formación del discontinuo Sistema Ibérico, de la parte oriental de la Cordillera Cantábrica, donde encontramos su parte más elevada, los Picos de Europa, los Montes Vascos, los Pirineos y la citada Cordillera Costero-Catalana.
Los bordes de los antiguos macizos paleozoicos, Aquitania y Bético-Rifeño sufren las consecuencias de los empujes y al no aguantar las presiones, sus materiales rígidos se fracturan y fallan (relieves fallados). Lo mismo ocurre con el macizo Catalano-Balear, dando lugar a las cordilleras del interior de Cataluña (Transversal y Sierras de Montserrat y Montseny) y a la isla de Menorca. Por su parte se hunde el macizo del Ebro dando lugar a la depresión del Ebro.
El empuje del plegamiento alpino sobre el zócalo rígido de la meseta, convertida ya en una penillanura, provoca su rejuvenecimiento general al elevarse en su parte central y fracturarse dando lugar a una zona de alineación de horst en el centro (Sistema Central) y de fosas tectónicas o graben en ambos lados (submeseta norte y submeseta sur). A su vez se elevan en la submeseta sur los Montes de Toledo. El empuje afecta a las cordilleras que rodean la meseta rejuveneciendo el Macizo Galaico (levantando adosados los Montes de León), la Cordillera Cantábrica occidental y Sierra Morena. La elevación de ésta última junto con la formación de los Sistemas Béticas deja abierto al mar una zona hundida, la Depresión del Guadalquivir, que junto a la del Ebro forman las dos depresiones exteriores a la Meseta.
En las dos elevaciones principales de la península, los Pirineos y los Sistemas Béticos, en sus zonas más elevadas, en torno a Sierra Nevada y el conjunto de picos pirenaicos Monte Perdido, Maladeta y Aneto, que superan ambas zonas los 3.000 m. de altura afloran los materiales duros paleozoicos sobre los que se depositaron los materiales blandos en el secundario en ambas fosas. Estas regiones, donde podemos encontrar materiales duros en grandes elevaciones son los núcleos o zonas axiales de estos sistemas y es característico encontrar relieves fracturados o fallados en una zona elevada en el plegamiento alpino (donde son característicos los relieves plegados).
Tras el plegamiento alpino, los últimos periodos del Terciario (final del Mioceno y Plioceno) marcan un nuevo y dinámico ciclo de erosión de los jóvenes y tiernos relieves, depositándose los materiales arrancados sobre el fondo de las depresiones y de las llanuras litorales mediterráneas (materiales blandos diversos como calizas, margas, arcillas…) que al no haber recibido nuevos empujes tectónicos forman relieves de estructura horizontal y relieves en cuesta o monoclinales.
La Orogenia Alpina es también responsable de la formación de las Islas Canarias. Situadas en el contacto de la corteza atlántica con la placa africana, son producto de las emisiones volcánicas producidas durante millones de años como consecuencia de las fracturas que surgieron en el fondo del océano a causa de este plegamiento. Las fracturas siguieron dos direcciones principales: NE-SO y NO. De esta manera Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y El Hierro siguen la primera dirección y La Gomera, Tenerife y Gran Canaria la segunda.
A partir del Mioceno los materiales volcánicos acumulados por las erupciones submarinas alcanzan ya el nivel del mar y van formando las actuales islas que seguirán recibiendo aportes volcánicos hasta hoy.
Finalmente se produce en los momentos finales del terciario la inclinación del bloque de la Meseta hacia el Oeste el atlántico perdiendo su inclinación mediterránea y haciendo que las cuencas fluviales se reestructuren hacia el atlántico. Además, hay también movimientos de elevación o hundimiento de algunas zonas (epirogénicos o póstumos) que provocan avances o retrocesos del mar modificando la línea de costa.
ERA CUATERNARIA
En esta época se asienta la red hidrográfica. Los ríos erosionan el terreno, transportando grandes cantidades de materiales, rellenando el fondo de las depresiones, formando glacis y terrazas y en las desembocaduras se forman deltas. Las oscilaciones climáticas provocan cuatro periodos de intenso frío o glaciaciones (Gunz, Mindel, Riss y Würm) seguidos por otros periodos más cálidos (periodos interglaciares). El glaciarismo (erosión glaciar) afectó a las grandes cordilleras de la península abriendo valles de fondo plano (en forma de U o artesa), excavando cubetas en las que se alojan lagos (Peñalara) en cuyo curso (morrena) se van depositando materiales en el frente (morrena frontal) y los laterales (morrena lateral), labrando circos (Gredos), etc. El retoque glaciar fue importante en el Pirineo y menos intenso aunque importantes en el resto de cadenas montañosas.
Es en este mismo periodo cuando aparece la formación de los relieves llanos costeros, marismas de Huelva y Guadalquivir, Delta del Ebro, albufera de Valencia, manga del Mar Menor y mucho más recientes la formación de istmos en Cádiz o Peñíscola.
TIPOS MORFOLÓGICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
1.- Macizos antiguos: montañas de poca altura y formas redondeadas. Son los restos de las cordilleras que se formaron en el plegamiento herciniano y que han sido muy desgastados por la erosión. En la parte occidental se han convertido en una penillanura de la que sobresalen los Montes de Toledo por su rejuvenecimiento Alpino y sobre todo el Sistema Central. Estas formaciones tienen una litología silícea (granitos, pizarras, gneises, areniscas, cuarcitas) y una estructura de relieve fallado. Son el Macizo Galaico, Sierra Morena, Sistema Central, Cordillera Cantábrica occidental, Cordillera Catalana interior. Mención aparte merecen los núcleos axiales de los Pirineos y Sistema Penibético que aunque responden a esta estructura fueron levantados en la orogenia Alpina.
2.- Cordilleras de plegamiento Alpino: alcanzan grandes alturas, presentan crestas afiladas, valles estrechos y profundos. Son las cordilleras que surgieron en el Plegamiento Alpino. Todavía no están desgastadas por la erosión y decimos que son cordilleras jóvenes. Tienen una litología caliza y un relieve estructural plegado. Pertenecen a estas formaciones los Montes Vascos, la Cordillera Cantábrica oriental, gran parte de la cordillera ibérica, la cordillera Costero-Catalana, los Pirineos y Prepirineos y los Sistemas Béticos.
3.- Las unidades del relieve llano: llanuras formadas por sedimentos recientes que no han sido plegados. Corresponden con la España arcillosa y su estructura es horizontal o monoclinal. Son las depresiones exteriores del Ebro y del Guadalquivir y en el interior la Meseta castellana.
4.- Los paisajes volcánicos: presentan una morfología especial, con cráteres volcánicos, coladas de lava, calderas… Ocupan todas las islas Canarias, mientras que en la Península solo quedan algunos restos en Olot, Campo de Calatrava y Cabo de Gata.